A la hora en la que los canallas empiezan a desperezarse siempre te imagino, cuando la Luna sube al escenario de las azoteas y las calles se llenan de gatos, me acuerdo de tí y enseño los colmillos en una sonrisa extraña, mitad orgullo y mitad dolor... Me subo las solapas, me calo el sombrero, enciendo un cigarro y arranco mis pasos al son de bombo, platillo y saxo...
Demasiado bueno para polvo de un día, demasiado golfo para novio formal, navegamos a la deriva en mares de vino... Calma chicha y rumbo incierto, buscando puertos en los que ni siquiera sabemos si nos esperan, donde ignoramos siquiera si querremos atracar...
Cañas y boquerones, cuentos de arrabal, ginebra y humo...
Honor de ladrones, alma de poetas, hermanos de tempranillo, mensajes inciertos en botellas rotas...
Vuelta a la cueva sin muescas en el revolver...
Termina otro jueves en la ciudad que enferma...
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