No eres mi Cenicienta ni yo soy tu Hada madrina... No quiero esa calabaza...
Ya no invierto en líquido para que luego me lo llores...
No soy Don Juan, no soy poeta...
Me gusta la Luna porque esconde mis defectos mejor que el sol...
No me cuentes tus enfermedades, no soy tu médico...
Tan sólo quiero sudarlas contigo, echar afuera a nuestros demonios en un exorcismo nudista, porque no soy un santo...
Prefiero tu huella a tu número, tus besos a tus miradas, tus gemidos a tus risas, tus uñas a tus caricias, tu piel a tu ropa...
No soy un cura, no pondré la otra mejilla a menos que quieras lamerla... No voy a confesarte los pecados con otros ni te perdonaré que me ignores...
No soy tu mejor amigo, no quiero serlo... Prefiero ser tu cómplice en un delito vicioso, con noctunidad y alevosía...
No eres mi Cenicienta, ni yo soy tu Príncipe...
No pienso ponerte un zapato de cristal...
Prefiero quitarte las medias...
Y si al final el cuento acaba en comilona de perdices, sabrás que no ha habido nadie que le haya puesto tanto corazón, porque sin ser tu príncipe, se que otros muchos jamás llegarán a ser el bufón que yo soy...
No hay comentarios:
Publicar un comentario